Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras。 Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela。 Andrea relata el contraste entre este sórdido microcosmos familiar —poblado de seres extraños y apasionantes— y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena。 Finalmente los dos mundos convergen en un diálogo dramático。
Comparada por la crítica con Cumbres borrascosas, Nada destaca tanto por su prosa fresca y directa como por la extraordinaria sensibilidad en la recreación de una voz femenina。 Cuando el libro acaba, el lector tiene la seguridad de poder encontrar, al volver la esquina, a una muchacha pálida y triste, con toda la fuerza de su juventud condensada en el mirar。 Es Andrea, absorta, queriendo algo, sin saber qué。 Como el resto de los protagonistas, ha nacido a la vida real por un prodigio de la creación artística。